El origen de la
falta de desarrollo del CE está en el miedo a sentir y éste suele ser el
resultado de los múltiples condicionamientos educativos recibidos. Se nos
condiciona para que nos avergoncemos de nuestros sentimientos. Escondemos la
ira, el miedo, el desánimo o la aflicción. Se no enseña a "dominar" y
"controlar" nuestras emociones, y se nos refuerza o castiga para
modelar los comportamientos y las emociones, resaltando los buenos y negando
los malos.
La educación de
los padres es decisiva y la sensibilidad que tengan éstos para captar y
reconocer las necesidades emocionales de su hijo y atender sus demandas hará
que éste pueda por una parte reconocer sus emociones y por otra aceptarlas, sin
reprimirlas ni negarlas. Veamos un ejemplo.
Ante el miedo de
su hij@, la madre y el padre pueden trasmitir:
® Preocupación o sobreprotección con lo que ella/la niñ@
confirmará el peligro y aprenderá a evitar al padre que le hace sentir más el
miedo. Se sentirá desprotegid@ y asustad@ y luchará por escapar, esconder o
disimular sus miedos.
® Le ridiculiza haciéndole entender que es bob@ por tener
miedo, con lo que se siente humillad@ y empezará a hacerse el/la fuerte
rechazando cualquier sentimiento que suponga debilidad como el miedo.
® Le da protección y seguridad, donde madre y padre reconocen y
aceptan el miedo de su hij@ como algo natural y a partir de ahí le trasmiten
tranquilidad y apoyo.
La educación
recibida nos condiciona la tolerancia o aceptación de nuestras emociones,
siendo habitual que dependiendo del estilo de vida de cada familia, haya unas
emociones más aceptadas y otras más reprimidas, así como el estilo emocional
puede ser más o menos extrovertido.
Los prejuicios
habituales sociales contra la expresión emocional suelen ser del tipo:
"ser emocional es igual a ser una persona débil, inmadura o enferma",
"las emociones son peligrosas y si te dejas llevar por ellas, puedes
arruinar tu vida", "una persona responsable tiene que ser racional y
controlar sus sentimientos".
Las emociones
evitadas por largo tiempo quedan "cronificadas" y dan lugar a una
serie de problemas:
·
Los sentimientos
no sentidos nos ponen enfermos generando somatizaciones y debilitando el
sistema inmunológico: dolores de estómago, migrañas, dolores de espalda, asma,
insomnio, etc.
·
Los sentimientos
no sentidos se vuelven compulsivos: fumar, beber, drogas, adicción al trabajo,
a la comida, etc.
·
Los sentimientos
no sentidos no llevan a evitar situaciones o relaciones empobreciendo las
aspiraciones de vida.
·
Los sentimientos
no sentidos acaban distorsionando la manera de pensar.
·
Los sentimientos
no sentidos dificultan de manera importante la capacidad de relación con los
demás.